Huella de carbono, circularidad y sostenibilidad ambiental son términos cada vez más presentes en muchos campos profesionales, pero ¿qué significan? ¿Cómo se relacionan con la arquitectura y el entorno construido? Hablamos con el ingeniero civil, ambiental y sanitario Lucas Rosse Caldas sobre estos y otros temas arquitectónicos emergentes.
Lucas es profesor del Programa de Posgrado en Arquitectura de la Universidad Federal de Río de Janeiro y del Programa de Ingeniería Civil de la misma institución. Participó en el capítulo 9 del sexto informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) sobre edificios. Escribió varios artículos científicos y técnicos sobre arquitectura y construcción sostenible.
Romullo Baratto (ArchDaily): ¿Cuál es la relación entre huella de carbono, sustentabilidad y economía circular? ¿Cómo se relacionan estos conceptos con la arquitectura?
Lucas Rosse Caldas: Estos tres conceptos están directa e indirectamente relacionados. La huella de carbono se puede definir de forma simplificada como la evaluación y cuantificación del balance entre emisión y stock de carbono (CO2 y otros gases de efecto invernadero - GEI) de un producto, proceso o servicio. La sustentabilidad, por su parte, involucra el clásico trípode ambiental, económico y social que necesita estar relacionado y bien alineado para que tengamos un desarrollo posible para la sociedad actual y futura. La economía circular puede entenderse como un tipo de desarrollo económico que requiere cerrar ciclos con la reutilización de residuos y recursos y reducir la velocidad de los ciclos de materiales para desarrollar productos reutilizables y duraderos. Además de los beneficios ambientales y económicos, este proceso debe impactar positivamente a la sociedad. Todos ellos están relacionados con la arquitectura, ya que nuestro sector es uno de los mayores consumidores de recursos naturales y emite gases contaminantes, principalmente CO2, y genera una gran cantidad de residuos.
Las personas viven en espacios construidos y, dependiendo de cómo se diseñe ese espacio construido, pueden consumir muchos más recursos y generar muchos más impactos ambientales. Un ejemplo sencillo: en un edificio diseñado para ser térmicamente confortable, el residente gastará mucha menos energía (con aire acondicionado, por ejemplo) y, en consecuencia, menos dinero, y generará menos CO2 y otros gases contaminantes en la producción y distribución de este electricidad. Si el edificio usa menos energía, el residente podrá invertir ese dinero en otras cosas (impacto social relacionado). Todo está interconectado, y esto es aún más importante para las personas en condiciones sociales menos privilegiadas.
RB: ¿Cómo ves el papel de la economía circular en la industria de la construcción hoy en día? ¿Cómo se ve en un futuro próximo?
LRC: Todavía es muy pronto. Primero, la mayoría de los profesionales que trabajan en el área aún no conocen el concepto. Ha crecido dentro de la investigación y la docencia en los últimos años, pero aún queda mucho espacio por conquistar. El papel que veo es fomentar el uso de materiales reutilizados y pensar en estrategias relacionadas con la reducción del consumo de recursos naturales. Sin embargo, como decía, sigue teniendo un papel más teórico y didáctico que práctico. Se espera que los profesionales se involucren más en el tema y que la legislación y las regulaciones requieran varias estrategias de economía circular. Muchas entidades financieras vinculadas al sector ya muestran que este es un punto de no retorno. De esta forma, se espera que la economía circular juegue un papel central en la industria de la construcción en un futuro que creo que está muy próximo. Guiará muchas de las decisiones estratégicas del sector.
RB: ¿Es ya económicamente viable aplicar soluciones de economía circular en pequeños y medianos proyectos convencionales?
LRC: Sí. Existe la idea equivocada de que muchas soluciones encaminadas a la sostenibilidad y la economía circular se restringen a grandes proyectos concretos. Podemos pensar en soluciones para diferentes escalas, desde la elección del mobiliario hasta la construcción de un edificio completo.
La digitalización del sector y la llegada de varias tecnologías de la información y la comunicación (TIC) han facilitado mucho este proceso. Se da principalmente por la aplicación de plataformas y apps que tienen modelos de negocio ligados al uso de materiales reutilizados, lo que facilita toda la logística y el acceso a la información de los productos, algo que antes sería muy difícil. Y, por supuesto, a medida que un determinado recurso o materia prima se vuelve más escaso, la alternativa que proviene de algún tipo de reutilización tiende a volverse más competitiva.
Siempre sugiero que mis alumnos se hagan la siguiente pregunta: "¿Necesito ese producto o el servicio que me ofrece ese producto?" Si no compro ese producto, evito gastar en logística, inventario, gestión de residuos y todos los problemas que conlleva. Los profesionales de la industria deben verificar lo que realmente necesitan en cada proyecto.
RB: Además de la reutilización y el reciclaje de recursos materiales, ¿qué otras estrategias se pueden aplicar para hacer un proyecto más alineado con la idea de circularidad?
LRC: La economía circular va mucho más allá. Por supuesto, aprovechar los residuos es una estrategia importante, pero antes hay que pensar en no generar esos residuos. Soluciones constructivas más industrializadas y racionalizadas o procesos de diseño compatibles, por ejemplo. Si reduzco el consumo de un determinado recurso o producto, reduciré la cantidad de residuos generados.
Otro aspecto importante de la economía circular es el consumo de materiales. El material más sostenible es el que no se consume.
Los arquitectos, ingenieros y otros profesionales de la industria de la construcción deben reducir al máximo el consumo de materiales sin comprometer la calidad y el rendimiento del proyecto. Los proyectos que consideren la eficiencia energética, el agua, la reutilización de edificios vacíos y el uso de herramientas digitales que reemplacen los procesos físicos son fundamentales. Como decía antes, es necesario sustituir la adquisición de productos por la de servicios.
También es importante priorizar los recursos naturales y renovables, como la madera, el bambú y la tierra cruda, ya que estos provienen de fuentes capaces de regenerarse en pocos años y suelen tener un menor impacto ambiental. Los de origen biológico también pueden almacenar CO2 a través de la fotosíntesis, ayudando a reducir la huella de carbono de los edificios. Finalmente, debemos pensar en el origen y necesidad de mantenimiento de cada material o producto. Proveedores muy distantes y materiales con altas necesidades de conservación y reposición pueden aumentar los costos y los impactos ambientales.
Aconsejo a los profesionales y estudiantes que hagan algunas preguntas:
- ¿Realmente necesito este material/producto?
- ¿Puedo reducir la cantidad de este material/producto en mi proyecto?
- ¿Es posible utilizar cualquier material procedente de la reutilización y/o de origen renovable?
- ¿Hay algún proveedor cerca del lugar de trabajo?
- ¿Está disponible la información sobre la vida útil y el mantenimiento?
- ¿Es un material de fácil mantenimiento?
- ¿Qué hacer al final de la vida útil de este material/producto?
RB: ¿Qué tecnologías existentes pueden contribuir a esto?
LRC: Se pueden aplicar diferentes tecnologías a los edificios en distintas etapas de su ciclo de vida. Muchos de ellos se han vuelto cada vez más accesibles. Muchas son consideradas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) y forman parte de la denominada Industria 4.0. BIM, por ejemplo, se ha generalizado cada vez más y se puede aplicar en las etapas de diseño y construcción de edificios. A partir de un modelo con información diversa, puedo tomar decisiones mucho más asertivas y reducir el consumo de materiales y la generación de residuos. Puedo ejecutar simulaciones y predecir cómo será el rendimiento térmico y energético de un edificio en el futuro.
En la etapa de construcción, las tecnologías de producción —como equipos más eficientes para el transporte y la logística— o incluso tecnologías de construcción, como la impresión 3D, han mostrado un gran potencial. Respecto al Internet de las Cosas (IoT), los sensores ofrecen datos en tiempo real sobre la construcción o el uso del edificio, facilitando el mantenimiento predictivo y el ahorro de energía y otros recursos. Además, los famosos códigos QR posibilitan una serie de aplicaciones, facilitando la gestión de la información en el proyecto, construcción y uso del edificio.
El uso de drones durante la construcción y el mantenimiento ahorra tiempo y previene accidentes en el trabajo. Las técnicas que emplean inteligencia artificial y aprendizaje automático para aumentar la productividad permiten obtener información de forma más rápida y asertiva. La construcción de un mundo virtual basado en Realidad Virtual y Aumentada también tiene un gran potencial ya que reemplazan la fabricación de cosas físicas (maquetas o apartamentos decorados), ahorrando tiempo, dinero y materiales. Algunas plataformas de bases de datos ya proporcionan información sobre la energía, el agua y la huella de carbono de los materiales de construcción. Otros especifican el origen de un determinado producto, el contenido de material reciclable y qué hacer al final de su vida. Finalmente, muchas de estas tecnologías ya están presentes en nuestros teléfonos celulares en forma de aplicaciones, lo que hace que el proceso sea más amigable y rápido.
Aunque muchas de estas tecnologías siguen siendo muy caras y de difícil acceso, la tendencia es que sean cada vez más baratas y que el sector las vaya absorbiendo en su día a día... Así que esperamos!
Este artículo es parte de los temas de ArchDaily: Economía Circular. Cada mes exploramos un tema en profundidad a través de artículos, entrevistas, noticias y obras de arquitectura. Te invitamos a conocer más sobre nuestros temas. Y como siempre, en ArchDaily valoramos las contribuciones de nuestras lectoras y lectores: si quieres postular un artículo o una obra, contáctanos.